He dudado mucho estos días en la conveniencia de hacer públicos los sentimientos que me provoca el debate en torno a la que considero necesaria rectificación de una ley -la conocida como ley del “solo sí es sí”-, que en sus objetivos comparto y valoro positivamente, pero sin dejar de reconocer que hasta el momento ha supuesto más de 700 revisiones de condenas de agresores y más de 70 excarcelaciones de estos delincuentes.
El compromiso con las víctimas debería obligarnos a actuar cuanto antes. Pero al contemplar los insultos, los ataques y la pretensión de borrar de la hoja de servicios que tenemos los socialistas en la lucha feminista en nuestro país, he decidido hacerlo.
No hay avance democrático en materia de igualdad en España, desde el primer 8M de 1977(que por edad ni ustedes ni yo pudimos vivir) que no tenga el sello y la rúbrica socialista. El adanismo y la soberbia, sin reconocimiento de errores, al que hemos asistido por parte de ustedes durante estos días lleva implícita una falta de respeto a la historia de nuestras abuelas, nuestras madres y de los miles de hombres socialistas que también nos han acompañado y que nos han traído hasta aquí.
¡Basta ya Sra. Belarra y Sra. Montero! Ni manadas, ni fascistas, ni blanqueadores de violentos con las mujeres. No toleramos más insultos. Somos socialistas que llevamos grabado a fuego en nuestra historia la defensa de la igualdad, y que no podemos mirar hacia otro lado mientras vemos el miedo de las víctimas, el horror de sus familias y el estupor de los españoles por un daño indeseado provocado por una ley que buscaba un objetivo loable.
Cuando en lugar de poner en valor medidas positivas de un gobierno de izquierda se dedican a insultarnos, a faltarnos al respeto, a cuestionar nuestra historia y nuestra lucha, en muchos casos pagando un precio enorme, me reitero en pensar que están usando la lucha del feminismo y la igualdad en la búsqueda de otros fines. En política todo no vale, y mucho menos jugar con el horror y el dolor de las víctimas para buscar el daño y el desgaste de quienes hemos compartido y acompañado una ley buscando proteger la libertad de las mujeres.